viernes, 19 de septiembre de 2014

Borges, una vida


El amor fluía en la oscuridad
   
Borges, una vida —voluminosa, analítica y erudita biografía sobre la vida y obra de Jorge Luis Borges (1899-1986), cuya investigación y redacción le llevó a Edwin Williamson nueve años— apareció en inglés en 2004 publicada en Estados Unidos por Vilking Penguin y en 2006 la traducción al español de Elvio E. Gandolfo editada en Argentina por Seix Barral. Según afirma el traductor en la “Nota sobre la traducción”, para reinstaurar las citas al castellano contó con el apoyo bibliográfico de un grupo de amigos; pero además, dice, Edwin Williamson no únicamente le “envió numerosas citas, sino que además ajustó detalles, hizo que fueran completas o más extensas citas parciales, y extendió el prólogo. Ésta es por tanto una edición corregida y aumentada con respecto a la edición original en inglés.” No obstante, hay que objetar y subrayar que carece de la iconografía elegida por el biógrafo para ilustrarla y que la única imagen que incluye es el retrato de Borges que se muestra en la portada, realizado por el fotógrafo argentino Eduardo Comesaña. 
(Seix Barral, Buenos Aires, 2006)
   Después del “Prefacio” y de los “Agradecimientos” del autor, el libro se divide en cinco partes que comprenden 34 capítulos, más el “Epílogo”, las “Notas”, la “Bibliografía” y el “Índice onomástico”.
 
Edwin Williamson
   No sin yerros y con erratas, Borges, una vida no es un libro que se lee de una sentada; en sus frecuentes exámenes, hipótesis y conjeturas —sobre la vida y obra del argentino— las citas y las referencias bibliográficas de Edwin Williamson implican que el borgeano lector realice o pueda realizar una serie de cotejos y de lecturas paralelas y complementarias. Así, destaca el hecho de que a diferencia de otros biógrafos de Borges (Alicia Jurado, Emir Rodríguez Monegal, Estela Canto, María Esther Vázquez, James Woodall, Ricardo-Marcos Barnatán, Horacio Salas, Volodia Teitelboim, Alejandro Vaccaro, etcétera) Edwin Williamson, “titular de la Cátedra de Estudios Hispánicos de la Universidad de Oxford y miembro del Exeter College”, además de sus propias entrevistas a distintos personajes y personas que conocieron a Borges, contó e hizo uso de todo un bagaje libresco que antes no existía. Por ejemplo, si bien descuellan los cuatro tomos de las Obras Completas de Borges (el traductor hizo que los pies remitieran a “la ‘Nueva edición revisada y corregida’ que el sello Emecé difundió en abril de 2005”), también sobresalen los tres juveniles libros (excluidos por Borges del único tomo de sus Obras completas impreso en 1974 por Emecé) que póstumamente su viuda María Kodama hizo revisar y editar por Seix Barral: Inquisiciones (1993), El tamaño de mi esperanza (1993) y El idioma de los argentinos (1994); pero también destaca el volumen Cartas del fervor. Correspondencia con Maurice Abramowicz y Jacobo Sureda (1919-1928) (Emecé/Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores, 1999), con prólogo de Joaquín Marco, notas de Carlos García y “edición al cuidado de Cristóbal Pera”; los dos libros compilados y prologados por Irma Zangara e impresos en Buenos Aires por Editorial Atlántida: Borges en Revista Multicolor [de los Sábados]. Obras, reseñas y traducciones inéditas. Diario Crítica 1933-1934 (1995) y Borges: obras, reseñas y traducciones inéditas. Diario Crítica 1933-1934 (1995); la descuidada antología de Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Socchi: Borges en Sur. 1931-1980 (Seix Barral, 1999); los tres tomos de Textos recobrados impresos por Emecé: el que va de 1919 a 1929 fue editado y anotado por Sara Luisa del Carril y apareció en 1999; en el segundo a Sara Luisa del Carril la acompañó Mercedes Rubio de Socchi y comprende el lapso de 1931 a 1955 y se tiró en 2001; y en el tercero también participaron ambas y va de 1956 a 1986 y se publicó en 2003.
Si bien Edwin Williamson escudriña y narra el decurso de la vida y obra de Jorge Luis Borges con resúmenes y breves análisis de los sucesivos acontecimientos históricos, sociales, económicos, políticos e ideológicos, una de sus continuas perspectivas es el hecho de que en el desglose y estudio del comportamiento del escritor en lo que concierne a sus tanteos y sucesivos fracasos amorosos (Concepción Guerrero, Norah Lange, Haydée Lange, Margarita Guerrero, Cecilia Ingenieros, María Esther Vázquez, Elsa Astete Millán) bosqueja y ejemplifica cómo esto se trasmina y vuelca en poemas y cuentos (e incluso en ensayos). Y en esto destaca el hecho de que a diferencia de otros biógrafos que cuestionan e incluso envilecen el papel de la polémica y beligerante María Kodama (con quien el anciano, ciego y desahuciado Borges se casó, por poder y desde Europa, en Colonia Rojas Silva, en el Chaco Paraguayo, casi dos meses antes de morir en Ginebra el 14 de junio de 1986 y a quien en su testamento nombró heredera universal de sus derechos de autor y de la mayoría de sus bienes), Edwin Williamson señala todo lo contrario: cómo en María Kodama encontró y realizó un ámbito ideal y una comunión amorosa que prácticamente comenzó a buscar desde jovencito en Europa.
Borges con María Kodama en 1970
         Si bien, anota el biógrafo, María Kodama (Buenos Aires, marzo 10 de 1937) sostiene que conoció al célebre escritor cuando ella tenía unos doce años (“su padre japonés la había llevado a una de las conferencias de Borges”), ella dice que siendo “estudiante en la Universidad de Buenos Aires, se anotó en la clase de Borges sobre épica” y que fue él quien la invitó, en 1965, a “sus clases de anglosajón los sábados por la mañana en la Biblioteca Nacional, que seguían atrayendo a un fiel grupo de estudiantes”. Y según Edwin Williamson, hacia 1966 “Borges estaba viendo a María Kodama con regularidad y se había enamorado de la chica”.

Borges y María Kodama
       Sin embargo, ante la avanzada vejez de la madre del escritor y frente al hecho de que el viejo y ciego Borges necesitaba una madura y amorosa mujer que le echara la mano en los menesteres íntimos de su cotidianidad doméstica, intelectual y viajera, se urdió (bajo la persuasiva batuta de doña Leonor Acevedo) que la elegida para casarse con el viejo Borges sería la viuda Elsa Astete Millán (a quien de joven él había pretendido y ella desdeñado), pese a que ignoraba el inglés y carecía de lecturas. Tal legendario y tardío primer matrimonio del escritor, como se sabe, fue aciago e infeliz y duró muy poco: entre el 4 de agosto de 1967 y el 7 de julio de 1970, día que él se fugó para siempre del hogar sin revelarle sus secretas intenciones y horas después ella fue informada por un abogado de que comenzaría a gestarse la separación legal emprendida por Borges.

Elsa Astete Millán y Borges
       El escritor y Elsa Astete Millán tuvieron su domicilio en “un departamento en la avenida Belgrano 1377, a unas cuadras de la Biblioteca Nacional”; con la anuencia de la esposa, la joven María Kodama solía visitarlos para leerle a Borges; y quizá también para tomarle algún dictado o para estudiar juntos los menesteres del anglosajón y de la literatura anglosajona, pues ella colaboró con él en el título Breve antología anglosajona (La Ciudad, Santiago de Chile, 1978). Según apunta Edwin Williamson, hacia diciembre de 1970, en Nueva York, María Kodama “al fin reconocía para sí misma que lo amaba”; y él, por entonces, aún “no había descubierto si su nuevo amor, María Kodama, aceptaría convertirse en la ‘nueva Beatriz’” de su vida; arquetipo que una y otra vez, según el biógrafo, buscaba y había buscado desde sus juveniles, idealizadas y amargas vivencias con Norah Lange, quien lo dejó por Oliverio Girondo.

“Nora Lange, a quien Borges conoció cuando ella, clara compañera de los
heróicos días
, tenía 15 años y él 21. Poeta, formó parte del grupo fundador,
con Borges y otros escritores, del ultraísmo argentino.”

Jorge Luis Borges. Un ensayo autobiográfico (GG/CL/Emecé, 1999)
        En 1970, ante la noticia de que al año siguiente Borges visitaría Islandia por primera vez, el biógrafo colige que es “muy probable que esa oportunidad inesperada de visitar Islandia hubiese sembrado en su mente la idea de invitar a María Kodama a que lo acompañara, porque debe de haber apelado a su sentido poético del destino declarar su amor por María en un lugar que le recordaba tanto a Norah Lange, la Beatriz primaria de su mitología personal.”

“Haydée y Nora Lange, hermanas de origen noruego y parientes lejanas de
Borges, altas, rubias, eran todas unas vikingas. En casa de las hermanas
Lange, una de las visitas predilectas de Borges, se reunía un grupo de poetas
ultraístas para tramar proyectos y amores. Con Haydée, cuatro años menor
que su hermana, empleada de banco y traductora, Borges iniciaría un
noviazgo a fines de los treinta. Ella rehusó casarse. Siguió soltera hasta su
muerte. En 1983 (Atlas, 1981), Borges aún soñaría con ella, como un
hermoso fantasma.


Jorges Luis Borges. Un ensayo autobiográfico (GG/CL/Emecé, 1999)
       En este sentido, fue en abril de 1971, en Islandia, donde Borges “reunió el coraje de declararle sus sentimientos a María, y ella contestó a su vez reconociendo que lo de ella era más que una amistad, era amor. Borges entonces le confesó a María que se sentía como si hubiera estado esperándola toda la vida, y fue en el contexto de un sueño de larga data hecho realidad donde concibió la idea para un cuento que, como le dijo a María en Islandia en esa época, se proponía dedicarle alguna vez. El germen de ese cuento era un encuentro entre un hombre mayor y una mujer joven que le recuerda a una muchacha que lo había rechazado en su juventud; mientras le hace el amor a la mujer, siente que el recuerdo del amor anterior, no correspondido, por fin queda borrado.”

Lápida de Jorge Luis Borges
Cimetière de Plainpalais en Ginegra
         Tal cuento, como muchos lectores de Borges, una vida lo saben de antemano, es “Ulrica”, incluido en El libro de arena (Emecé, Buenos Aires, 1975), urdido con el amanuense auxilio de Norman Thomas di Govanni. Y en tales trasfondos e intríngulis compartidos con María Kodama (como las eddas y las sagas y el islandés antiguo) residen los íntimos y crípticos pormenores labrados en el reverso de la áspera y rústica piedra de la lápida de Borges en el Cimetière de Plainpalais de Ginebra y que Edwin Williamson boceta en el “Epílogo”.

En 1976 el escritor y María Kodama volvieron a Islandia por 15 días que querían en la intimidad y en el anonimato, pero fueron descubiertos por unos poetas lugareños con quienes se fueron de farra. Borges quería “saber si la antigua cultura pagana de las sagas había sobrevivido en los tiempos modernos”. Así, durante la visita a “una iglesia luterana, se enteró por el pastor” que en la ínsula sólo quedaba un sacerdote pagano, quien “resultó ser un hombre alto cincuentón, de brillantes ojos azules y larga barba blanca, que vivía solo en el campo en una casa llena de gatos negros y estantes que exhibían distintos huesos de animales. Sostenía que había un renacimiento del interés por la religión antigua, y muchas personas iban a verlo para casarse. Cuando Borges preguntó si él y María podían ser unidos en matrimonio según el rito antiguo de Odín, el sacerdote estuvo muy complacido de hacer ese favor.”
Borges en Islandia, en 1979, “con un sacerdote dedicado a recuperar
la vigencia del culto a dioses paganos como Odin y Thor que celebró
una ceremonia ancestral de matrimonio entre Borges y María Kodama.


Jorge Luis Borges. Un ensayo autobiográfico (GG/CL/Emecé, 1999)
        El biógrafo no precisa ni narra si efectuaron el ritual del casorio o no, pero sí cuenta que después de la primera declaración amorosa en Islandia el escritor varias veces le propuso matrimonio; ella una y otra vez argumentó las razones de su negativa, entre las que destaca su necesidad de ser independiente. Es decir, decidieron que su vínculo amoroso sería secreto e íntimo, y que ante los escrutadores y mezquinos ojos del mundo ella representaría el simple papel de secretaria, lazarilla y compañera de viajes por el orbe. 

Borges y María Kodama
        Y sólo aceptó casarse con él cuando en marzo de 1986, en Ginebra, aún en la habitación del Hôtel l’Arbalète, tuvo la certeza médica de que el fin era inminente e ineludible. Y en tal decisión, dice el biógrafo, participó Jean Pierre Bernès como testigo y consultor, quien a la sazón, entre el 3 de enero y el 8 de junio tal año, de vez en cuando se traslada desde París a Ginebra para trabajar con Borges, allí en el cuarto del Hôtel l’Arbalète, en la preparación del par de volúmenes de sus Obras completas en francés (labor iniciada en 1984), póstumamente impresos por Éditions Gallimard en la serie La Bibliothèque de la Pléiade. Con prólogos, notas y traducciones de Bernès (algunas son de Néstor Ibarra, Roger Callois y otros), el primer tomo apareció en 1993 y el segundo en 1999, y no se volvieron a editar debido a las rudas divergencias entre Jean Pierre Bernés y María Kodama, quien las llevó a los tribunales.

        Cabe añadir que en 1999, año de las mundiales celebraciones del centenario de Borges, Gallimard también publicó una espléndida iconografía con 280 imágenes en color y en blanco y negro, cuya selección y laboriosos comentarios se deben a Jean Pierre Bernès.
(Éditions Gallimard, París, 1999)



Edwin Williamson, Borges, una vida. Traducción del inglés al español de Elvio E. Gandolfo. Seix Barral. Argentina, 2006. 640 pp.

Enlace a la voz de Borges diciendo "Le regret d'Héraclite", poema de su libro El hacedor (1960).