domingo, 13 de enero de 2013

Borges, sus días y su tiempo



Los libros y la noche
   
                  
I de II
Todo sugiere que el libro mayor que María Esther Vázquez le dedicó a Jorge Luis Borges (1899-1986) es su biografía Borges. Esplendor y derrota, que obtuvo, “en septiembre de 1995, el VIII Premio Comillas de biografía, autobiografía y memorias”, y que Tusquets Editores publicó, en febrero de 1996, en Barcelona. Y en segundo término: Borges, sus días y su tiempo, que Borges prologó y cuya primera edición, publicada en Buenos Aires por Javier Vergara, data de 1984, impresa veinte años después del primer viaje que hizo con él a Europa y de la primera biografía sobre el escritor: Genio y figura de Jorge Luis Borges (1964), editada en Argentina por la Eudeba (Editorial Universitaria de Buenos Aires), escrita por Alicia Jurado, su amiga y colaboradora en el ensayo Qué es el budismo (Columba, 1976). Pero también, en tal segundo término (o en un tercero) podrían ubicarse otros libros de María Esther Vázquez: Everness, un ensayo sobre JLB, editado por Falbo, en Buenos Aires, en 1965; y Borges, imágenes, memoria, diálogos, impreso por Monte Ávila, en Caracas, en 1977 (hay una segunda edición aumentada de 1980). 
(Tusquets, Barcelona, 1996)
Desde joven, María Esther Vázquez (Buenos Aires, 1937) fue lectora y discípula de Borges; en el último texto de Borges. Esplendor y derrota dice que acababa de cumplir 17 años de edad cuando se sumó a un grupo de alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras para visitarlo, por primera vez, en el departamento B del sexto piso de la calle Maipú 994, donde Borges, imposibilitado para leer y escribir desde 1955, vivía con doña Leonor Acevedo de Borges, su madre, y Fani (Epifanía Uveda de Robledo), la criada que le sirvió a la familia Borges durante 38 años (hasta unos días antes de la muerte del escritor, acaecida en Ginebra el 14 de junio de 1986). “Durante unos años no volví a verlo [dice la biógrafa], hasta que en 1957 o 1958 empecé a trabajar en la Biblioteca Nacional [que Borges dirigió entre 1955 y 1973]. Fue mi primer empleo. Pero no estuve mucho tiempo; emprendí un largo viaje por Europa y al regresar empezó, entonces, lo que sería una entrañable amistad y una larga serie de tardes y de mañanas de labor compartida.” 
"Borges prologó y presentó el libro de cuentos de María Esther Vázquez
Los nombres de la muerte (Emecé, 1964). La imagen registra
un momento del acto realizado en 1964."
María Esther Vázquez fue amiga de Borges, su amanuense, su lazarilla y ordenanza en varios viajes y su colaboradora en Introducción a la literatura inglesa (Columba, 1965) y en Literaturas germánicas medievales (Falbo, 1965), versión corregida y aumentada del libro que Borges escribió con Delia Ingenieros: Antiguas literaturas germánicas (FCE, 1951). María Esther Vázquez también colaboró con él en La Biblioteca di Babele, serie de 33 libros de literatura fantástica que Borges dirigió y prologó a petición de Franco Maria Ricci, editor europeo que comenzó a publicarla en italiano, en Milán, Italia, y que sólo apareció en español en los años 80, editada en Madrid por Ediciones Siruela, cuyos prólogos han sido reunidos en el título Prólogos de La Biblioteca de Babel (Alianza Editorial, 2001), con un prefacio de Antonio Fernández Ferrer. Y según apunta la propia María Esther Vázquez en la “Cronología” de Borges, sus días y su tiempo, también está presente en un libro de Borges que es un objeto de lujo y una curiosidad para contados y selectos bibliófilos; según ella, “En mayo [de 1974] aparece en Milán la más lujosa edición que se haya hecho hasta el presente de una obra de Borges. Se trata del cuento El congreso, editado por Franco Maria Ricci, en la colección I segni dell’uomo. Es un volumen encuadernado en seda (35 por 24), con letras de oro, ilustrado con casi medio centenar de miniaturas de la cosmología Tantra a todo color y pegadas. Se imprimió en caracteres bodonianos sobre papel Fabriano, hecho a mano. Fueron tirados tres mil ejemplares numerados y firmados. El volumen tiene 141 páginas y se completa con una entrevista, una cronología y una bibliografía realizadas por la autora de este libro, especialmente para esa edición.”
Borges recibe "una rosa de oro como homenaje a la sabiduría"
Universidad de Palermo, Sicilia (1984)
Ante tal rareza para adinerados, quizá valga el juego de citar dos costosos y singulares reconocimientos de entre los muchos que Borges recibió en Europa y en el continente americano. En la misma “Cronología” anota María Esther Vázquez que “el 21 de marzo [de 1984 Borges] parte para un viaje de cuatro meses que inicia en Palermo (Sicilia), donde lo hacen doctor honoris causa de la Universidad y recibe una rosa de oro como homenaje a la sabiduría, que pesa medio kilo”, nada menos. Y “a fines de julio [del mismo año] viaja a los Estados Unidos. Allí recibe otro doctorado honoris causa y el editor italiano Franco Maria Ricci ofrece una comida en la sala de lectura de la Biblioteca Nacional de Nueva York para 450 personas y en su transcurso entrega a Borges 84 libras esterlinas de oro, la primera de 1899, año del nacimiento de Borges y así sucesivamente las 83 restantes de cada uno de los años que le tocó vivir.” Episodio del que Borges habla al término de la XVII entrevista con María Esther Vázquez reunida en Borges, sus días y su tiempo, entre cuyas líneas se lee: 
“La invención es realmente extraña. Resulta que desde que yo nací, sin saberlo, sin que nadie lo supiera tampoco, he ganado una libra esterlina por año. Eso no parece excesivo, pero cuando al cabo de 84 años uno recibe un cofre con 84 monedas de oro donde un lado está san Jorge...
Ahora el ex san Jorge, lo han defenestrado, lo han echado del Santoral.
“Sí, pobre. De un lado, está el pobre ex san Jorge con su dragón; del otro, efigies de Victoria, de Eduardo VII, de Jorge V, de Isabel II. Además, el oro tiene un valor mítico; 84 monedas de oro dan la sensación de un capital infinito.
Sobre todo por el valor de su antigüedad. ¿Quién, si no es un coleccionista o una señora casi centenaria, que haya conocido de niñita a la reina Victoria, puede conservar una moneda del año en que ella murió, 1901?
“¡Caramba! Uno piensa en la reina Victoria y la ve tan lejana en el tiempo y yo nací dos años antes de que ella muriera.
Bueno, pero pareces mucho más moderno que la reina Victoria.
“¡Eso espero!
“¿Quién juntó esas libras esterlinas?
“El editor italiano Franco Maria Ricci, quien dirige la revista de arte y literatura FMR, cuyo nombre corresponde a las iniciales de Ricci. A él se le ocurrió que la revista me diera ese premio rarísimo. Ahora bien, él inició la campaña de FMR, que ahora se venderá en los Estados Unidos, con una comida rarísima en la Biblioteca Nacional de Nueva York.
 “¿Tiene comedor la Biblioteca Nacional?
“No. Se habilitó en la sala de lectura. Había 450 invitados. El importó, conociendo lo que es la comida americana, cuatro cocineros de Parma y se comieron unos tortellinis no inferiores a los que nos había ofrecido en Italia. Hablaron muchas personas, me entregaron el premio y yo pensé: ‘Recibo un premio de Italia, un país que quiero tanto; me lo dan en Nueva York, una ciudad que quiero tanto, y me lo entrega Ricci, un viejo amigo y mecenas’. Todo parecía un sueño. Agradecí, al final de esa comida espléndida, desde una alta tarima, que me hacía recordar al patíbulo. Me sentí tan agradecido por lo singular de ese regalo. El cofre es muy lindo, del tamaño de un infolio y cada moneda tiene un nicho circular y las han puesto de tal manera que a veces se ve el santo y el dragón, o mejor dicho, el ex santo y el ex dragón. Pero el dragón da lástima porque san Jorge parece tan grande, tan poderoso con una gran lanza matando a un gusanito; no me parece equitativa esa lucha”.
"María Esther Vázquez y Borges en el jardín de Villa Silvina en Mar del Plata, 1965"
Foto de Adolfo Bioy Casares
Además de los libros en colaboración de María Esther Vázquez con Borges, figura el hecho de que éste le dedicó el “Poema de los dones”. En la página 208 de Borges. Esplendor y derrota, la biógrafa lo refiere así: “En diciembre de 1958 Borges escribió el ‘Poema de los dones’ incluido en El hacedor, que apareció en 1960 [en Buenos Aires, editado por Emecé]. Posteriormente y en ediciones sucesivas, Borges me lo dedicó. Dedicatoria que persistió hasta su muerte; luego fue borrada. El editor B. del Carril dijo que fue una orden dada por quien ha heredado los derechos de Borges, María Kodama.” Lo cual es sólo un botón de muestra de toda la controversia y el cuestionamiento que resume y exhibe en su biografía en torno a María Kodama (Buenos Aires, marzo 10 de 1937), vertiente brevemente aludida en la “Cronología” de Borges, sus días y su tiempo.
Borges y María Kodama


***************


II de II
Algunos biógrafos apuntan que Jorge Luis Borges se enamoró de María Esther Vázquez y quiso casarse con ella, pese a que él era un anciano de 66 años y su asistente una joven de 24. En La vida de Jorge Luis Borges. El hombre en el espejo del libro (Gedisa, 1998), James Woodall narra el episodio con pelos y señales; entre lo que apunta se lee entre las páginas 264 y la 267: 
   “En el ‘Ensayo autobiográfico’ [que escribió en inglés con el auxilio de Norman Thomas di Govanni, publicado el 19 de septiembre de 1970 en The New Yorker] Borges no menciona los hechos ocurridos en 1965 y, según sospecho, tenía una buena razón para ello; esto estaba relacionado con María Esther Vázquez, un asunto que repentinamente se hizo penoso para él [...] 
(Gedisa, Barcelona, 1998)
   “En ese momento Borges y Vázquez estaban trabajando en dos proyectos: uno era la revisión del libro sobre literatura germánica que Borges había publicado con Delia Ingenieros en 1951; el otro proyecto consistía en una breve introducción para estudiantes argentinos de la literatura inglesa. La asociación profesional de Borges y María Esther se había desarrollado hasta convertirse en una estrecha camaradería y Borges sinceramente creía que el casamiento estaba en el tapete. Era éste un asunto que preocupaba a Leonor tanto como a su hijo. Leonor lo apremiaba para que tomara una decisión aunque no se sentía muy feliz con la idea de tener a María Esther como futura nuera. ‘Lo está exprimiendo como un limón’, habría dicho Leonor.
"El editor José Rubén Falbo con Borges y la autora durante la presentación de la
primera edición de Literaturas germánicas medievales (Col. De las palabras, Falbo,
Buenos Aires, 1965)  en la librería del primero de los nombrados. Buenos Aires, 1965."
  “En general, se consideraba que María Esther Vázquez se había mostrado complaciente con Borges. Cuando en noviembre de 1965 ella anunció que se casaría con Horacio Armani [se casaron el 14 de diciembre de 1965], Borges quedó sumamente abatido. Muchos de sus amigos afirmaban que la decisión de María Esther lo había alterado profundamente; la consideraba una especie de abandono, una defección. Es probable que la visita que hizo con ella al Perú acentuara las tensiones que había entre ellos; ciertamente, su compromiso con Armani, después del viaje que hicieron juntos desde la ciudad de Mendoza, fue un toque de difuntos para las esperanzas amorosas de Borges.”
   Y más aún: “Al enterarse del compromiso de María Esther Vázquez, Borges fue a ver al dentista y se hizo extraer dientes y muelas. Esa parecía ser la única solución a su desazón: un poquito de dolor físico para distraer su espíritu de aquel fracaso sentimental.”
  Este último episodio lo comenta así Leonardo Tarifeño en el número 78 de la revista virtual Origina (agosto de 1999), precisamente en un fragmento de su artículo “Viaje al fondo del Borges galán”: 
   “Corre 1965 y Borges se entera que María Esther Vázquez, a quien tenía en la mira matrimonial, va a casarse con el poeta Horacio Armani. Un personaje de Hemingway se habría emborrachado; Philip Marlowe hubiera enunciado dos o tres frases inolvidables contra el poder rubio. Pero la literatura norteamericana nunca fue de las favoritas del autor de Historia universal de la infamia, así que rápidamente decide extirparse las tres muelas que debía arreglarse. El cruel experimento dental suponía que el dolor físico podría reemplazar, o al menos atenuar, el dolor espiritual. Hundido en esa rara sospecha, al rato llega a su despacho de la Biblioteca Nacional con un pañuelo ensangrentado en la boca. Su amigo y vicedirector de la Biblioteca, José Edmundo Clemente, se alarma y le pregunta qué le pasó. La respuesta es tan extraña que jamás podrá olvidarla: ‘Vengo del dentista. Me fui a sacar unas muelas y le pedí que lo hiciera sin anestesia. Estoy triste por un asunto de faldas. Quería olvidar el dolor, Clemente, pero creo que no puedo olvidarlo.”
"José Edmundo Clemente y Borges en el despacho de la Biblioteca Nacional,
delante el globo terráqueo que perteneció a José Ingenieros.  (Circa, 1962)"
   Ante su pintoresco relato, hay que objetarle a Leonardo Tarifeño que cierta literatura norteamericana, en determinadas épocas y episodios de su vida, sí estuvo entre las favoritas de Jorge Luis Borges y baste citar, por lo menos, tres nombres: Walt Whitman, Herman Melville y Edgar Allan Poe; y el hecho de que con Esther Zemborain de Torres Duggan escribió el ensayo o guía de forasteros: Introducción a la literatura norteamericana (Columba, 1967). 
(Punto de lectura, Madrid, 2001)
  Borges, sus días y su tiempo es un personal y testimonial modo de tributar al poeta ciego de Buenos Aires y una manera de proponer un acercamiento a su obra y a múltiples facetas de su persona y de su biografía. Así, también es el trabajo de una reportera y periodista literaria. Es decir, el libro tiene su origen en las grabaciones de una serie de entrevistas que la joven María Esther Vázquez le hizo a Borges para la Radio Municipal de Buenos Aires, entonces ubicada “en un sótano del Teatro Colón”; pero también lo entrevistó en su despacho de la Biblioteca Nacional y en su departamento de la calle Maipú. Quizá el libro no le diga mucho a un ávido lector que profese el culto de Borges y por ende haya leído un sinnúmero de entrevistas y de biografías donde Borges habla de los mismos temas o casi de los mismos temas que aborda aquí, como puede ser el caso de Borges. Esplendor y derrota, pues es obvio que los casetes de las entrevistas (y sus otros libros) le sirvieron a María Esther Vázquez para elaborar su premiada biografía.
"Borges y María Esther Vázquez durante el diálogo que realizaron en el
Auditorium de Mar del Plata, 1984.
Fotografía de J.P. Mastropasqua."
  Borges, sus días y su tiempo se divide en las siguientes partes. El prólogo de Borges; el prefacio de María Esther Vázquez y una nota que hizo ex profeso “para la presente edición”, fechada en el “invierno de 1999”. Luego sigue la primera parte del libro: “Aproximación al personaje”, que comprende tres breves y anecdóticas estampas: “Borges a los 65 años”, “Borges a los 75 años” y “Borges a los 85 años”, más un esbozo misceláneo: “Borges por dentro”, donde alude la virtud memorística de Borges:
 “Uno de los atributos más envidiables de Borges era su memoria, fundamento de su notable erudición, que le permitió acumular conocimientos que parecen infinitos.
 “Alguien ha dicho alguna vez que la obra de Borges está plagada de citas falsas. Esta es una afirmación mal intencionada; si existen, están inventadas en función de un especial sentido del humor y pueden hallarse en la literatura humorística que escribió con Bioy Casares. Pero es notable comprobar, a quien haya trabajado con él, cómo podía citar de memoria con absoluta seguridad. A menudo, para asegurarse de un dato, me indicaba que consultara tal tomo de su biblioteca, citaba el número de la página en que se encontraba y si había una ilustración la describía, y allí estaba la frase o el pasaje que necesitaba y la ilustración que él recordaba. Eduardo Mallea me dijo cierta vez, con una expresión feliz, que la memoria de Borges era simultánea, y eso era exacto. Una palabra, un recuerdo, desencadenaban en él una serie de relaciones inesperadas: todo parecía simultánea y mágicamente convocarse a través de su recuerdo para llegar a la comprobación o al fin deseado. Años atrás, al leerle un poema de Montale en que este autor nombraba al sabiá [‘pequeño pájaro oriundo del Brasil’], le pregunté qué significaba esa palabra para mí desconocida. Me contestó citándome unos versos en portugués que había oído cantar en 1914, cuando el barco que lo llevaba a Europa hizo escala en Río de Janeiro y donde se nombraba a este pájaro.”
"Borges y María Esther Vázquez. Al fondo el Monumento a la Bandera.
Rosario, 1983"
  Tal celebración de Borges el memorioso resulta definitoria, pues además de que estaba imposibilitado para leer y escribir desde 1955, Borges, sus días y su tiempo es, centralmente, un libro de entrevistas donde descuella la memoria de Borges, quizá sobre todo cuando evoca y resume, de un modo poético, argumentos de ciertas narraciones, como ocurre en la entrevista IX donde habla de “La literatura fantástica”, la cual, no obstante, a veces le fallaba. Por ejemplo, en la página 161, al hablar de la novela policial y al citar a Chesterton, María Esther Vázquez le afirma que éste “no ha escrito ninguna novela policial”. Y Borges le responde que “no, pero sí un centenar de cuentos policiales que tienen un carácter doble”. Es decir, en tal lapsus ambos olvidaron que Chesterton es el autor de El hombre que fue Jueves (1915), novela policial que Alfonso Reyes prologó y tradujo del inglés al español, publicada en 1922, en Madrid, por la editorial Saturnino Calleja. 
Alfonso Reyes con su perro Alí (Buenos Aires, 1927)
G.K. Chesterton (1874-1936)
  Además de que Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) fue un autor que Borges frecuentó con entusiasmo a lo largo de su vida —por ejemplo, figura entre los escritores que él, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo seleccionaron para la Antología de la literatura fantástica (Sudamericana, 1940), y entre los que él y Bioy Casares eligieron para el primer tomo de Los mejores cuentos policiales (Emecé, 1943) y entre los que él escogió y prologó para las series La Biblioteca de Babel y Biblioteca personal—, cabe recordar que el joven Borges, entre 1927 y 1928, conoció en Buenos Aires a Alfonso Reyes (1889-1959) cuando éste fue embajador de México en Argentina. En la página 415 del Ficcionario (FCE, 1985), Emir Rodríguez Monegal anota que ambos solían almorzar “los sábados entre largas pláticas literarias” y que según Borges de Alfonso Reyes “aprendió a depurar el estilo neoclásico barroco vanguardista de sus comienzos para acercarse al clasicismo de su madurez”. Y al respecto, en la página 110 de Borges. Esplendor y derrota, se lee: “Entre las amistades felices a las que alude Borges, se contó la de Alfonso Reyes, humanista mexicano y embajador de su país en la Argentina precisamente en 1927, que ejerció una notable influencia sobre nuestro escritor. ‘Pienso en Reyes [dijo Borges] como el primer estilista de la prosa española de este siglo; con él he aprendido mucho sobre simplicidad y manera directa de escribir’”.   
"Borges frente a una biblioteca en el comedor de su casa de Maipú 994.
Su figura oculta los tomos de la Enciclopedia Británica, cuya edición de
1911 era muy querida por el escritor. Enero de 1979.
Fotografía tomada por Marciano Saucedo."
  La segunda parte de Borges, sus días y su tiempo, que es la central y se titula “Conversaciones”, comprende 17 entrevistas que le hizo María Esther Vázquez. Fueron editadas a partir de los temas que se aluden en los subtítulos y si bien no están dispuestas en orden cronológico, se advierte que la más antigua data de 1962 y las más recientes de 1984. La única hasta entonces inédita, transcrita para la presente edición, es la XV, fechada en 1982. 
   La tercera parte: “Encuentros”, comprende cuatro charlas en las que además de María Esther y Borges figura otro escritor: “Con Eduardo Gudiño Kieffer en 1972”, “Con Francisco Luis Bernárdez en 1974”, “Con Raimundo Lida en 1977” y “Con Manuel Mujica Láinez en 1977”.     
   Luego sigue “Desde la misteriosa orilla”, una nota nostálgica y melancólica que María Esther Vázquez fechó el “15 de junio de 1986”, es decir, un día después de la muerte del escritor.
  Enseguida aparece un puñado de “Frases y anécdotas” de Borges, algunas comentadas y otras no. Y por último la “Cronología” y la “Bibliografía”, más doce fotografías en blanco y negro (con sus correspondientes pies) insertadas entre las páginas 224 y 225. 


María Esther Vázquez, Borges, sus días y su tiempo. Prólogo de Jorge Luis Borges. Iconografía en blanco y negro. Punto de lectura (164). Madrid, 2001. 356 pp. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario